Aire x Sandra

La ruta te provoca eso. Dan ganas de tirarse, de huir, de escapar por ahí y seguir por donde el camino te vaya llevando.

Pero eso es la ruta más allá, eso es la ruta hacia el horizonte, hacia otras partes a donde queremos ir. Pero, mientras tanto, estamos acá. Sólo acá, en este mismo lugar.

Camiones pasan y paran. Se quedan un rato, dejan cosas, pequeños obsequios (porquerías que no sirven para nada), y se van. Siguen su andar, su rumbo. Algunos sólo pasan y no paran. Y otros, al parar, dejan mucho más que sus souvenirs. Dejan las ansias, dejan las esperanzas encendidas, dejan la contención de ese gran acoplado que lleva… vaya a saber qué cosa ahí adentro. Dejan el aire que los rodea, dejan esa posibilidad de ir más allá, y dejan también la vida. La vida encerrada en un vientre que late, que empuja para seguir ensanchándose, hasta explotar. Hasta salir a la luz del día que se ve aparecer por el horizonte.

Y es allí donde se va a quedar. En el horizonte. Esperando que pase esa brisa de aire fresco que calma la respiración, que permite volar. Pero el horizonte siempre está llano, siempre está lejos. Y ese aire salvador que se fue por allá, ya no ha vuelto más. Lo que hasta hace un rato estaba acá… ya no está más. Parece que la ruta se lo llevó por el horizonte. ¿Qué más esperar? ¿Volverá? ¿Dónde está? ¿Dónde estás?...

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